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Ministerios Integrales

martes, 6 de enero de 2009

Este no es tu Reino, Señor,


Mateo 16: 1–4

¡El mundo se ha vuelto loco¡ es la expresión inmediata que viene a nuestras mentes al escuchar algunas noticias a nuestro alrededor. Deberíamos afirmar, en nuestros días, que el mundo ha perdido definitivamente el juicio. La noticia impactante de dos hombres que abusan de tres pequeños niños, siendo uno el padre y el otro el abuelo de los mismos, ha golpeado esta semana la opinión pública del país.

Más allá de nuestro continente, un muchacho se ha declarado la encarnación de Buda; aunque eso no es lo más extraordinario, (personalmente, creo que no tiene nada de espectacular), sino los miles de seguidores que son movidos alrededor de esta noticia, más de 10,000 hasta ahora. En un hermano país centroamericano el sistema democrático se ve cuestionado debido a señalamientos de falta de trasparencia en relación con las elecciones. Por otro lado, la selección de El Salvador ha clasificado, aunque con serias dudas de su desempeño, amenazada en convertirse en el patito feo de la hexagonal.

En fin, todo gravita en una atmósfera densa que es sazonada por la gelidez de los frentes fríos que han abrazado nuestro país y que han provocado temperaturas, en algunos lugares del país, inferiores a los 4 grados centígrados.

¿Qué pasa a nuestro alrededor?, ¿Cómo deben interpretarse estas señales?, Cuando el tejido ético y moral de nuestra civilización se ha venido deteriorando de forma impresionante y casi no queda nada para mantener cohesionada una raza que se ve amenazada por el colapso económico, político, ético-moral, ¿Cómo debemos leer estas señales de nuestro tiempos?. ¿A qué vamos a recurrir para enfrentarlos? ¿A la indiferencia? ¿Al olvido? ¿Al caos, en todas sus manifestaciones? ¿Cómo encontrar esperanza en estos tiempos malos?

En el texto que les invito a reflexionar esta semana y que se encuentra en el evangelio de Mateo 16: 1-4 encontramos a dos grupos, como podría haber en nuestra época: Los fariseos y los saduceos.
Podemos afirmar que entre los antiguos, la interpretación de los tiempos era parte de su forma de entender la vida. En algunas civilizaciones recurrieron a la consulta de oráculos. Keener, nos explica… estos discrepaban en la mayor parte de asuntos. Por ejemplo, los fariseos tenían gran apoyo popular, mientras que los saduceos tenían poder político. Juntos, podían formar un equipo peligroso. Al escribir probablemente después del año 70 d. C. Mateo a menudo vincula entre sí a los diversos líderes, aunque en su tiempo los fariseos estaban ganando la exclusiva preponderancia en la política religiosa de Palestina.

El tema de estudio surge a partir de que le es pedida una señal a Jesús, citando a Keener podemos decir que, los astrólogos usaban señales en los cielos para predecir la caída de emperadores y los rabinos también trataban de interpretar las señales. Escritores judíos tales como Josefo creían que había portentos en los cielos cuando iban a ocurrir desastres. Algunos profetas como Elías, habían producido concretamente señales del cielo, (invocó fuego del cielo como en 1 Reyes 18:38, pero la mayoría de las señales proféticas no eran tan espectaculares). Quizá los opositores de Jesús estuvieran buscando una señal que validara su condición de profeta, algunos rabinos creían que los profetas podían aún dejar de lado, de manera temporal algunos mandamientos temporales de la “ley” con tal que estuviesen confirmados por señales, o quizá meramente buscaban que El hiciera alguna predicción. El “cielo” era un título judío para Dios, de modo que ellos podían simplemente haber querido decir una señal de “Dios”

Tanto el Antiguo Testamento, como el nuevo Testamento apelan continuamente a estas señales. Al menos 125 veces, en el primero y tenían diferentes funciones, así como eran diferentes las expresiones. Lo cierto es que en medio de ese marco es que Jesús recurre, como tantas veces, a una expresión muy coloquial para enseñar las profundas verdades del evangelio. Podíamos afirmar que Jesús apela a la lectura de la realidad, a permanecer atentos a lo que ocurre frente a nuestros ojos y que, a pesar de ser evidente, continuamente nos negamos a aceptar. Era la actitud de la audiencia de Jesús y probablemente siga siendo la actitud de mucha de la audiencia de estos tiempos.

Harold Segura lo explica del modo siguiente: Jesús dirigió su ministerio por dos compromisos principales: el reino de Dios y la voluntad del Padre. Para él, el discernimiento lo llevó a descubrir la voluntad del Padre para hacer realidad el Reino. Eso mismo les enseñó a sus discípulos: El les indicó que la voluntad del Padre siempre está primero que nuestros caprichos pasajeros (Mateo 6.32-33). Les enseñó decenas de parábolas para acercarlos más al misterio del reino de Dios y animarlos a vivir en obediencia radical a esa nueva realidad.

Para estar sujetos al Padre y ser fieles al Reino necesitamos —enseñó Jesús— aprender a discernir lo que está pasando alrededor de nosotros. La historia nos da señales claras que debemos aprender a interpretar; señales de la obra que Dios está llevando a cabo o que quiere realizar dentro de su plan de redención integral (Shalom). A eso se refería Jesús cuando habló de interpretar «las señales de los tiempos».

Hoy en día es común pedir señales, evidencias, en algunos casos, garantías, eso nos da confianza, o nos advierte en relación con la toma de decisiones. Pero vivimos, más que nunca, en un mundo cambiante, inestable, inseguro, sometidos a toda clase de incertidumbre: precios de combustible, economías fluctuantes, la caída del índice Dow Jones sigue siendo el dolor de cabeza de los sistemas bursátiles, entre otras cosas, nos recuerdan que cada vez tenemos menos zonas de seguridad. A nivel doméstico, es desalentador saber que aún los hogares no son espacios de refugio para muchos niños y niñas y que quienes debemos asumir el rol de cuidadores, es decir, los padres y madres de familias, nos convertimos en victimarios como es este triste caso mencionado al inicio de esta reflexión.

En la iglesia, se pide señal a Dios de su presencia, en algunos casos se identifica la presencia de Dios por medio de cierto tipo de señales, litúrgicas, en su mayor parte, pero lo cierto es que la presencia del Reino de Dios se vuelve urgente en nuestro contexto. Ese es un desafío para la humanidad, no es un desafío exclusivo de cristianos y cristianas, es de toda la humanidad, porque la realidad golpea a todos y todas por igual, con su desaliento y con su angustia cotidiana.

Pero es necesario reaccionar frente a las señales de nuestro tiempo, debemos ser descongelados de nuestra zona de comodidad y confrontados por un mundo en deterioro. ¿Qué más debe ocurrir para que reaccionemos? ¿Qué otras señales hemos de demandar? ¿De qué manera vamos a reconocer que mientras nuestra sociedad continúe su proceso de deterioro social, ético y moral, lo económico seguirá siendo apenas un asunto de discusiones diplomáticas? La realidad nos invita a reconocer la necesidad de Dios. La iglesia como institución, seguramente tiene muchos temas que aún debe abordar con mucha seriedad para ser un agente de cambio en nuestra civilización, pero debemos reconocer que la labor de la iglesia nos ha permitido mantener un marco de referencia que modela la transformación de la realidad, desde el ámbito personal, pasando por el familiar, hasta alcanzar a nuestras comunidades y al país completo. Es tiempo de empezar esa transformación, dejándonos transformar por Dios. Es un asunto urgente; por nuestras vidas y, especialmente, por la de nuestros hijos e hijas.

Como nos explica el teólogo Harold Segura: Comprender el papel del discernimiento espiritual en el análisis del panorama cultural, social y político de nuestros países y comunidades. Pensar en lo que significa «leer los signos de los tiempos» desde la perspectiva de Jesús. Renovar nuestro compromiso con el Señor y con la interpretación de la historia en una perspectiva cristiana de salvación integral.

Un himnólogo latinoamericano, llamado Federico Pagura, escribió la letra de Himno titulado: “Hemos cubierto la tierra”, en su primera estrofa afirma a manera de confesión:

Hemos cubierto la tierra de sombras y de dolor
Pueblos enteros que gimen en muda desolación
Niños que mueren de niños, pobres que no ven el sol
Mujeres vendiendo su cuerpo en su desesperación

Estas afirmaciones podrían inquietar la mente piadosa de cualquiera que desee absorberse de la realidad y refugiarse en una experiencia intimista que le permita cerrar los ojos a lo que pasa a su alrededor, hasta que esta realidad le alcance. Ese es el recordatorio que nos deja la última crisis financiera mundial: el llamado de atención a reconocer que nadie es invulnerable, que nadie está exento de la incertidumbre, empresas amenazadas con bajas sustanciales en su producción, instituciones financieras bajo el fantasma de la iliquidez, entre otros síntomas. Pero el himnólogo, al mismo tiempo que confiesa estas verdades evidentes, reafirma su confianza en Dios y apela en el himno, por medio del coro:

Tu voluntad se haga presto, Señor
Venga a nosotros Tu reino de amor

Al mismo tiempo que en otra estrofa escribe, casi diciendo en voz alta: Este no es Tu Reino, Señor. Debemos sumarnos a esa afirmación. Frente a la realidad actual, debemos reaccionar diciendo a Dios, el creador: Este no es tu Reino, Señor, y de inmediato poner nuestros ojos en el otro Reino, el que sí es de Dios y está reflejado en las Escrituras.

Le invito a sumarse a esa transformación. Lea su Biblia, busque formar parte de una congregación donde pueda profundizar en los valores cristianos, pero, y por favor, no espere encontrar comunidades perfectas, le animo a aceptar formar parte de comunidades en transformación y usted mismo o usted misma, ser transformado en ese proceso. Hay que entender con valor, que ya no es posible ignorar lo que ocurre alrededor nuestro. Los adultos y adultas debemos, con mayor responsabilidad asumir el reto de modelar vidas transformadas para, desde esa experiencia, educar una nueva generación, que supere las heridas del desencanto, la delincuencia, el caos, político y social.

Si está interesado o interesada en esta visión y quiere ser ayudado en como apropiarse de ella para usted y su familia, estamos para servirle,

Su servidor en Cristo.

Lic. Juan Carlos Cárcamo
Teólogo,
Pastor de la Iglesia Bautista El Buen Pastor,
Conductor del Programa Hombres Diez
en 100.5 FM, Restauración
y Coordinador Nacional de Compromiso Cristiano y Relaciones Eclesiales
de World Vision en El Salvador

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