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Ministerios Integrales

martes, 6 de enero de 2009

UN MISMO SENTIR


Hechos 5: 1-11

Jesús en su ministerio fue continuamente cuestionado en diferentes aspectos, especialmente por los fariseos. En una ocasión, frente a la ocasión de sanar un endemoniado, los fariseos llegaron a afirmar que el poder sobre el demonio que Jesús tenía venía de parte de Beelzebú; Jesús reaccionó enseñando un principio acerca del éxito de toda organización, por pequeña o básica que esta sea, Jesús dijo: toda ciudad o toda casa dividida contra si misma no permanecerá. Mateo 12:25.
El libro de los hechos nos muestra como la iglesia apostólica evolucionó de un puñado de personas entusiasmadas por una visión pastoral, a todo un sistema organizado de creencias y a una comunidad de personas comprometidas con asumir un proyecto capaz de renovar las estructuras vigentes, incluyendo las económicas, sociales, culturales y religiosas. El capítulo 4 del libro de los hechos, en sus versículos de cierre, nos muestra esa experiencia entre los discípulos, al punto que afirmaban que tenían todo en común y que no había ningún necesitado. Bien se ha dicho que hasta que no se comprometen los bienes materiales, ningún compromiso es realmente completo. Esa comunidad naciente proponía nuevos valores, los cuales invitaban a los que conocían a sumarse, es más, el texto afirmaba que era el Señor el que añadía a la iglesia los que habían de ser salvos.
En ese contexto, el capítulo 5 del libro de los hechos abre contando la historia de dos miembros de esa comunidad que se salieron de la norma: Ananías y Safira. Estos dos personajes trataron de burlar el pacto entre la comunidad apostólica, de manera que sin tratarse de robo, hurto o cosas semejante, ni siquiera inmoralidad alguna, sencillamente, trataron de burlar la confianza de aquel pequeño grupo de fieles que trataban de vivir con base a nuevos estándares comunitarios. La historia relata que el Espíritu reveló al apóstol Pedro lo ocurrido y el resultado fue lamentable para ambos. Pero ¿de qué se trató la sanción? ¿Por qué tal drasticidad?; por supuesto sobresale la actitud omnisciente del Espíritu Santo que revela los pensamientos de las personas a Pedro; por otra parte, volviendo al marco que inicia en el capítulo 4, debemos reconocer con franqueza, la gravedad de la falta incurrida. No era posible que en medio del pacto social comunitario al que se estaban sumando una gran cantidad de personas ansiosas de una nueva experiencia de vida, donde nuevos valores, nuevas prácticas, nuevas conductas se anhelaba que fueran la variante que provocara una profunda transformación en el sistema de creencias de aquella época, y que se viera socavado con esas actitudes, que, a pesar de que podrían haberse abordado como hechos aislados que podían haberse gerenciado con menos severidad, lo cierto es que lo que estaba en juego era el compromiso con esa nueva visión, con nuevos valores y la actitud de Ananías y Safira, al haberse dejado de lado, podría haber redundado en una proliferación de hechos semejantes. El resultado fue todo lo contrario, hubo más bien una plena convicción de la calidad de servicio que Dios demandaba de sus seguidores y los frutos fueron evidentes a lo largo del ministerio desarrollado por los discipulos y las discipulas de Jesús.
Existe un concepto en el mundo corporativo que se denomina Cultura Organizacional, se refiere a la forma en que los y las miembros y miembras de una organización, sea esta empresa privada, institución, ONG e incluso iglesias asumen los valores de la misma, la manera en que se identifican con ella y el grado de pertenencia que existe entre todos y todas los y las que forman parte orgánica de la misma. Existen ejemplos de casos exitosos de organizaciones con una fuerte cultura organizacional y casos dignos de estudiar para su mejora, en distintos ámbitos.
Una familia que no logre articular a sus miembros en una lógica que le permita desarrollar un mismo sentir entre sus miembros corre el riesgo serio de ser desarticulado por las influencias externas. Un país como El Salvador, se insiste, requiere la consecución de un Pacto Social para lograr enfrentar las crisis que amenazan su estabilidad.
Aún la iglesia del Señor debe reflexionar en el nivel de impacto que alcance entre sus miembros y miembras y en la manera en que esa misma comunidad influye en el resto de la sociedad. Una comunidad dispersa, ensimismada, distraída e incluso indiferente entre si misma y hacia los demás será incapaz de dirigir ética y moralmente a una nación que urge y demanda la intervención de su vértebra espiritual, es decir, la iglesia. De nuevo, la reflexión provocada por Jesús en Mateo 12:25 cobra vigencia y esto no solo en cuanto a que sí se entrega lo ofrecido a Dios a cabalidad. El pecado de Ananías y Safira podría definirse como el tratar de alterar los valores y costumbres de una comunidad cuyo motor es el Espíritu Santo y por tanto, el sentir creado entre sus miembros y miembras depende de su compromiso absoluto con esa presencia. De manera que cualquiera que, sea por costumbre, por comodidad, por personalidad o con la clara intención de hacerlo, violenta esos valores debe ser evaluado con la seriedad del caso por el mismo Espíritu que anima a la iglesia y que la conduce a la perfección hasta el día del Señor.

Animémonos a ser fieles a Dios y a desarrollar un sentido de unidad en la fe capaz de impactar al mundo, la buena noticia del capítulo 5 es que a partir del versículo 12 en adelante y a pesar de incidentes como el señalado, el Señor siguió manifestando su gloria en prodigios y en señales pero también en unidad, en amor, en comunidad, la cual es también un milagro que opera el Espíritu de Dios y de ese modo, todo el pueblo los alababa grandemente y aumentaban gran número de hombres, como de mujeres. Ese es el impacto transformacional que podemos hacer dirigidos por el Espíritu de Dios.

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