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lunes, 12 de enero de 2009

LA VISIÓN DE DIOS PARA LA HUMANIDAD


El mundo parece apartarse, cada vez más, de la visión con la que fue creado. Especies de animales se extinguen debido a que no encuentran un hábitat adecuado para su reproducción y sobrevivencia. Cualquiera puede preguntarse ¿será que en el diseño original del proyecto de creación no fueron contempladas las pautas necesarias para que todas las especies formaran parte de un sistema de vida en equilibrio continuo y permanente? Es difícil responder a esa pregunta, sin tratar de dar una solución superficial. Lo cierto es que a todas luces el proyecto de creación era hermoso, bueno… dijo Dios, el creador. De lo que se trata es que una especie parece haber alterado el proyecto del diseñador original. Esa especie es la humanidad.

Dios siempre ha tenido clara su visión para el mundo. Su mirada ha estado siempre en el tiempo eterno. El ha visto el principio y es el único capaz de ver el fin de los tiempos. Por ello, cuando vamos a hablar de visión, debemos poner atención en la experiencia de Dios, el único capaz de ver más allá de la apariencia presente de las cosas. Por eso, siempre su visión ha sido una visión de esperanza.

De ello, nos habla el profeta Isaías en el texto de Isaías capítulo 65 versículos del 17 en adelante. En esa porción de las escrituras, encontramos al pueblo de Dios, en uno de los momentos, en los cuales, a causa de su desobediencia al apartarse de la voluntad de su Dios, es víctima de toda clase de desaveniencias que lo llevan a uno de sus niveles más lamentables, la condición de esclavo de otra nación. Sometido a toda clase de humillaciones durante el proceso de conquista. Su ciudad principal destruida por los enemigos, la cabeza de su rey blandiendo al frente de un desfile lúgubre de hombres, mujeres, niños y niñas llevados con lujo de barbarie hacia un exilio doloroso, para iniciar una nueva etapa de su vida llena de angustia, despojados de toda dignidad y de su orgullo nacional y aún con su fe herida, al ver como el templo a su Dios es reducido a cenizas.

Este cuadro marca la identidad de una generación. Los hombres y mujeres, los niños y niñas que fueron testigos de aquella escena, difícilmente podrían borrar de sus mentes cada una de las imágenes escritas con el filo de la espada enemiga en lo más profundo de sus corazones. Soñarían con ello durante toda su vida, hablarían de aquellos momentos con la depresión propia de quien pierde la capacidad de creer, algunos morirían y serían enterrados indignamente en tierra extranjera. Sin templo, sin tierra, sin rey, era difícil, en apariencia, lograr que de aquel pueblo quedará alguna huella sobre la tierra que atestiguara, al menos, su existencia a los libros de historia.

Es a ese pueblo que escribe el profeta, es en ese marco, que, de forma casi atrevida, el profeta parece describir con lujo de detalles, la textura, el sabor y la fragancia del más exquisito manjar a un angustiado pueblo de hambrientos. Pero la intención del profeta no es, de ningún modo, ofender a sus compatriotas. Debemos partir del hecho de que los profetas tuvieron la capacidad de discernir la voluntad de Dios a través de los tiempos. Hacer suya la visión de Dios; ver, como en una especie de éxtasis, a través de los ojos de Dios. Por ello, el profeta extiende su mirada sobre el paisaje de restauración que Dios muestra a un pueblo en ruinas.

Dios ofrece recrear todas las cosas. El creador asume su estatura de diseñador y ofrece un boceto de cómo serán los nuevos tiempos que El ofrece a su pueblo. Eso es Isaías 65, la visión de Dios para un pueblo herido por la derrota. La visión recoge las más altas expectativas que mente alguna pueda imaginar. Cielos nuevos, tierra nueva….llenura de gozo y alegría para siempre…una Jerusalén feliz….no se volverá a oir más llanto, ni gritos de angustia…no habrá niño que muera a los pocos días…no llegar a los cien años será una maldición…sembrarán viñedos y comerán sus uvas… no sucederá que uno siembre y que otro coseche…disfrutarán el fruto de su trabajo…no trabajarán en vano…antes que me llamen, yo les responderé…el lobo y el cordero comerán juntos…el león comerá pasto, como el buey y la serpiente se alimentará de la tierra…no habrá quien haga ningún daño…a esta visión de Dios, algunos le han llamado el nuevo Exodo, es decir, una nueva fundación de la humanidad bajo el proyecto de Dios. Si tuviéramos que usar sinónimos para describir la visión, deberíamos usar palabras como equilibrio, armonía, justicia, consuelo, paz…entre algunos términos que pudieran resumir la perfecta visión usada por el profeta para presentar el plan de Dios, la visión de Dios para la humanidad.

Pero, si la Visión de Dios impacta el corazón humano, es decir, su capacidad de describir tanta perfección en medio de las más hostiles condiciones, hay que mencionar que toda visión solo puede ser posible en la medida en que una vida se levanta para hacer de esa visión su estandarte y se lanza tras la aventura de hacer realidad esa visión por medio de asumir una misión. Para el caso de la biblia, es Jesús quien hace suya la misión de Dios en Lucas 4: 18-19. Jesús hace una enumeración de las acciones que harán posible un reino donde el ideal de Dios sea posible; menciona acciones concretas…llevar la buena noticia a los pobres…anunciar libertad a los presos…dar vista a los ciegos…poner en libertad a los oprimidos…en resumen Jesús dice…anunciar el año agradable del Señor.

Dios le da una razón para vivir a un pueblo en severa depresión en el Antiguo Testamento; en el Nuevo Testamento, Jesús levanta la causa de hacer realidad el Reino de Dios en medio de la humanidad. La causa de Dios parece mantenerse a lo largo de los tiempos: Restauración, reconstrucción, renovación, restitución del género humano. Una humanidad que asuma su proyecto y disfrute de todos los beneficios que produce dejarse guíar por Dios. Tener un proyecto a largo plazo siempre será beneficioso, dará sentido a la existencia, permitirá enfocarse mejor en los resultados y sentará las bases de un mejor futuro para las nuevas generaciones.

El daño producido por generaciones de personas ha tenido como consecuencias, entre otras, el cambio climático, el calentamiento global, problemas que enfrenta, hoy en día, nuestra creación; a nivel doméstico, las actuaciones de padres siguen afectando a hijos e incluso a nietos, decisiones apresuradas y sin propósitos a largo plazo, llega un momento en que terminan generando consecuencias desastrosas.

Es importante reconocer que existe un proyecto para la humanidad. Una visión de restauración de la raza humana. Se encuentra en la biblia. Existen visiones, particulares, personales, familiares e incluso de naciones, pero todas debemos someterlas a la visión que Dios tiene para cada uno y cada una. Para ello, la guía del Espíritu Santo es fundamental. El discernimiento espiritual. Dios tiene una visión de esperanza para el desalentado, de triunfo para el que se percibe derrotado. El mundo se hunde cada día más en malestares sociales; familias se desintegran, hogares se destruyen, naciones se hunden en el caos, pero Dios tiene una visión de restauración. Es importante hacerla nuestra y dedicarnos, bajo el modelaje de Jesús, a hacerla realidad.

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