Historia Universal. Palestina e Israel. Serie de conferencias compartidas a estudiantes del Colegio Bautista de Teología

En cuanto al término de Palestina (primitivamente Siria Palestina) viene de los griegos que extendieron en la comarca el nombre de los filisteos, la población costera que más conocían. cuando los autores israelitas querían indicar los límites extremos de su país, decían ordinariamente “ de Dan a Beersheba”, es decir tomaban como frontera septentrional la que acabamos de indicar: Dan hoy Tell el-Qadi se levantaba, en efecto, al pie del Hermón. Dada su misma situación, Palestina era un eslabón indispensable en la cadena que unía los grandes Estados civilizados de la antigüedad: y, por otra parte, estaba entregada a un aislamiento relativo. Los dos principales centros de la cultura antigua eran, desde tiempos inmemoriales, Babilonia y Egipto. El espacio que se extiende entre las dos regiones está ocupado en su mayor parte por desiertos por los que solo podían arriesgarse contadas caravanas bien armadas. Pero existía un medio de evitar esta travesía penosa de las grandes soledades; consistía en rodearlas por el Norte. Partiendo de Babilonia, se seguía el curso del Eufrates hasta el punto en que se aproxima más al Mediterráneo Algunos historiadores identifican al menos 4 corrientes de pensamiento entre los israelitas. 1ª. La tradición Yahvista, floreció en Judá en los siglos IX y VIII. La tradición Eloista que fue compuesta en el Reino del Norte, cuyos autores tuvieron el cuidado de emplear la palabra Elohim. La escuela Deuteronomista, que es un conjunto de leyes de exhortaciones redactadas con toda seguridad, en los siglos VII y VI por los promotores y defensores de la gran reforma al culto y de las costumbres impulsadas por el rey Josías. La Escuela Sacerdotal, proviene de los sacerdotes cuyo profeta era Ezequiel quienes emprendieron la tarea de poner por escrito las reglas antes de que fuesen olvidadas con vistas a la restauración que deseaban. El libro de los jueces encierra antiguas tradiciones redactadas paralelamente por autores pertenecientes, sin duda a estas diferentes escuelas Se ha propuesto llamar a estas tierras entre Babilonia y Egipto la “media luna fértil”. Siria era el gran camino para penetrar Asia, ya de Babilonia, Asiria, Persia, Asia Menor y Europa para apoderarse del valle del Nilo. Era también el itinerario que seguían las mercancías y por el que circulaban las ideas. Se comprende que en esta regiones se estableciera desde muy temprano, una numerosa población con grandes ciudades dedicadas, en su misma situación al comercio y en las que se operaba el auge de las grandes corrientes del pensamiento, del arte, de la industria y de las modas venidas de Egipto, de Las llanuras del Eufrates y del Tigris, de Asia anterior y hasta Arabia, Chipre, las Cícladas y Grecia. Y por el contrario, cuanto más pobladas, ricas y civilizadas se hacían estas regiones, más despertaban la codicia de los conquistadores. Siria fue en todo tiempo motivo de rivalidades entre la potencia que dominaba el Nilo y la que detentaban el Eufrates, lo mismo se llamara Babilonia, Imperio Hitita o Assur, ya fuera Persia, el Imperio Griego de Alejandro o el de los Seleúcidas, o bien se tratara de los califas de Bagdad o del sultán de Constantinopla. Palestina se encontraba en esa encrucijada de la civilización del Extremo Oriente. Sin duda, las mercancías que salían de los puertos fenicios, Arvad, Biblos, Berito, Sidón y Tiro debían llegar a Egipto y, aún para las expediciones militares, los faraones preferían mucho más transportar sus tropas en barcos hasta uno de los puertos de la costa asiática, evitando así la penosa travesía del desierto al sur de Gaza Regiones Naturales de Palestina. La Costa La Meseta al oeste del Jordán El valle del Jordán Transjordania La historia Política del país entre 3300 y 1100 puede ser dividida en tres grandes períodos:

Antes del año 1926, el período babilónico, porque los dueños del valle del Eufrates lograron dominar la región Siria. En 1926 invasiones esporádicas de diferentes pueblos, la más importante la invasión de los hicsos, de quienes Canaán formó parte. El protectorado Egipcio con invasiones hititas y de los habiru.

En cuanto a los habiru aún nos interesan aquí más directamente. Desde que se descifraron las cartas de Tell el-Amarna, se piensa que éstos debían ser hebreos (en hebreo ‘ibri). Desde el punto de vista linguistico, la concordancia de los dos nombres es incuestionable. No hay por qué buscar en este término da habiru un nombre común que signifique confederados (haberim). Algunos sostienen que los habirus eran confederados unidos para luchar contra los régulos entronizados por el Faraón y adheridos a la causa egipcia. Cabe pregunta si no hay que deducir de este conjunto de hechos que Habiru, era originalmente no un nombre propio, sino una apelación general, que signficaba “los de más allá” (mas allá de las fronteras o de más allá del desierto”), con el que se disignaban los nómadas a alguna raza que pertenecieron. Hay que hacer notar que los egipcios designaban también a los beduínos con una palabra que era primitivamente común: Shasu, salteadores. Hacia el año 1120 a. C. los pequeños estados de la costa siria conocieron el descanso de 400 años, durante los cuales pudieron desarrollarse sin chocar con fuerzas desmesuradas para ellos. Fueron esta excepcionales coyunturas-no iban a volver a presentarse más que otra vez en el curso de las edades, en tiempo de los Macabeos-las que permitieron a Israel constituirse en Estado independiente y hasta conquistador bajo David. El hecho tuvo gran importancia para la formación de la mentalidad israelita. Si este pueblo hubiera tenido que dar sus primeros pasos bajo el yugo de una potencia extranjera, su conciencia nacional y religiosa no hubiera tenido sin duda el sello de optimismo que la caracteriza esa alegre confianza en el porvenir de la nación En algunos textos, los antiguos habitantes del país se dividen en Cananeos y perizzitas.(Gn 13:7; 34:30; Jue 1:4-5). Los fenicios también se llamaban cananeos-la ciudad fenicia de Laodicea se proclamaba la madre de Canaán. Según Herodoto, se decían venidos de la orilla del mar Eritreo; poco importa que esta expresión represente el mar Rojo o el golfo Pérsico. Empleaban el de amorreos para designar un conjunto de poblaciones que ocupaban el centro de Palestina antes de Israel. Con el término Amurru, país de los amorreos; los amorreos eran entonces la principal población de la región. Amurru es la región del Líbano. Se deduce de esto que hacia mediados del segundo milenio, los cananeos propiamente dichos habían arrebatado la hegemonía a los amorreos en la parte meridional de Siria. Algunas de ellas eran o habían sido tribus beduínas, como los Avvitas, que habitaban en aduares en la proximidad de Gaza y que fueron exterminados. (Deut 2:23) o rechazados (Jos 13:3) Por los filisteos tal vez también los Hivvitas instalados en la región de Gabaón (Jos. 9:7) y de Siquem (Gn. 34:2). Además de estos elementos bastante diversos, los israelitas hallaron aún en palestina tres pueblos con los cuales tenían estrechas afinidades, los anmonitas, los moabitas y los edomitas. Al igual que los israelitas eran nómadas que formaban parte de la emigración aramea, pero abandonaron el desierto antes que ellos, por eso Edom-Esau se le presenta como primogénito de Israel Jacob. Había minas de hierro en la península sinaítica y los quenitas bien pudieron ser un pueblo de hebreos. El cultivo de la viña y de la higuera, ya atestiguado en Palestina en tiempos de Pepi I (hacia 2500. El vino era allí más abundante que el agua. Los cananeos eran maestros en el arte de la fortificación. El conocimiento de las letras, como en Egipto, debía ser privilegio de una minoría ilustrada. Y esto se concibe porque hasta la aparición de la escritura alfabética se utilizaba en Palestina la escritura cuñeiforme. Es de presumir que la influencia de Babilonia era predominante en lo espiritual. Efectivamente los escribas redactaban en la lengua de aquel país y para aprenderla estaban obligados a trasladarse allí o a estudiar su literatura. Los escritores cananeos que eran más o menos necesariamente los guías espirituales de su pueblo, se iniciaban así en las creencias religiosas de babilonia y, sin duda, también en su ciencia y en sus leyes. Por lo demás, basta comparar el libro de las Crónicas con los más antiguos de Samuel y de los Reyes para comprobar procedimientos de composición análogos. El autor de las crónicas reproduce, casi palabra por palabra, el texto de Samuel y de los Reyes, haciendo tan solo aquí y allá las supresiones o modificaciones que respondían a su designio particular e insertando las nuevas informaciones que pensaba emplear Desprovistos de toda vanidad literaria y preocupados solamente por reunir en un haz tan completo como les fuera posible las tradiciones del pasado, los escribas israelitas y judíos han copiado de punta a cabo, con piadoso respeto, fragmentos de las colecciones más antiguas que hallaban a mano, aún cuando estos fragmentos no armonizacen por completo entre o sí o permitiesen, más o menos un doble empleo. Según este enfoque, que el Génesis contenga dos relatos de la creación, uno de ellos se termina cn la creación del hombre, (Gén. 1:1-2,4) y el otro la sitúa a comienzos de la obra divina (Gén 2:4). El episodio en que se ve a la mujer del patriarca conducida al harén de un príncipe extranjero a causa de una mentira de su marido y milagrosamente libertada, lo encontramos tres veces en el Génesis con variantes formales (12;20 y 26) David salva dos veces la vida a Saúl en circunstancias similares y cambiando con su perseguidor palabras casi idénticas (1 Sam 24 y 26. En el libro de Josué se advierten dos maneras sensiblemente diferentes de concebir el establecimiento de los hebreos en Palestina. Según la que predomina en la obra actual, en el país de Canaán fue conquistado en el curso de una sola generación por el conjunto de las tribus israelitas reunidas bajo el mando de Josué. Pero diseminados en el libro hay episodios que suponen, que las tribus debieron apoderarse aisladamente cada una de su territorio y que lo lograron de manera incompleta y lentamente.